Los libros de Cutler

Para entender de qué va todo esto las referencias principales son dos libros de Andrew H. Cutler. Son fundamentales, sobre todo el primero:

Amalgam Illness: Diagnosis and Treatment

Hair Test Interpretation.

jueves, 12 de abril de 2012

Malas rondas

Cuando la quelación no está yendo bien, sea porque el tiempo entre las dosis no es el adecuado, porque las dosis son demasiado grandes o por otras razones, suelen ocurrir unas cuantas cosas desagradables. En el último post hablaba, sobre todo, del dolor de cabeza. Pero esto no es lo único que sucede: además
  • pueden dolor los ojos, 
  • pueden doler los músculos del cuello y la espalda, 
  • puedo sentir mareo y náuseas, 
  • cierta depresión: tristeza-vacío existencial, ausencia de interés por nada en absoluto. 
  • la cabeza funciona peor. Puede haber problemas cognitivos. 
Otras personas pueden tener otros problemas. Es bastante común, por ejemplo, que el sistema inmunitario pueda tener un bajón y pillar infecciones. Un cuadro, vamos.
Cuando estas cosas suceden, uno debería para la ronda, descansar al menos tres días y reconsiderar dosis y tiempos al recomenzar.


lunes, 9 de abril de 2012

Novedades

Ha pasado mucho tiempo desde la última entrada! Al principio no posteaba porque todo era monótona y estupendamente aburrido, en lo que a la quelación se refiere. Y cuando uno está bien, la vida aprovecha y hace surgir otros problemas que requieren atención. Uno se olvida un poco de que está mercuriado.

Pero ha habido recientemente algunas cosas no tan buenas que merecen ser contadas. Primero una cosa de menor importancia: definitivamente no puedo permitirme mucha leche. Un fin de semana preparé una estupenda coliflor con bechamel al horno y acabé con todos los síntomas de mercuriado: dolor de cabeza, de ojos, etc. Afortunadamente, la quelación le puso remedio. Curioso, ¿no?

Más fastididado ha sido que, sin aviso previo, he tenido unas rondas que han acabado con dolores de cabeza bastante fuertes. Algunas de ellas he tenido que terminarlas antes de tiempo, porque el dolor era realmente insoportable y se mantenía dos o tres días después de pararla. No había aspirina (ni paracetamol, ni ibuprofeno) que lo aliviase.

Fue un poco chocante, porque yo pensaba que tenía el asunto de la quelación completamente controlado. Evidentemente no era así. Pensé en si estaba tomando algo que me sentaba mal, pero no encontraba nada. Consideré incluso la muy improbable posibilidad de que el bote de ALA que estaba usando tuviese mal medida la dosificación.

Como no se me ocurría nada, descansé un par de semanas de la quelación y recomencé con 25mg en lugar de 50. Dio igual: después de unas pocas dosis el dolor de cabeza volvía, con algo menos de intensidad pero creciendo de dosis en dosis.

Así que probé lo único que se me ocurría que quedaba por probar: reducir de nuevo el tiempo entre dosis. Estaba quelando cada dos horas por el día y cada 2.5 horas por la noche, así que comencé una ronda de 25mg cada hora (cada dos horas por la noche). Por suerte (o por desgracia) fue estupendo. En la última ronda he podido subir otra vez a 50mg cada hora y también ha ido muy bien.

Así que creo que, por alguna razón que se me escapa, la vida media del ALA en mi cuerpo se ha reducido y ahora tengo que tomarlo más a menudo. No es la primera vez que me ocurre algo así: la gente "normal" puede permitirse tomar ALA cada 3 horas y yo nunca he podido.

Sin duda es un fastidio adicional, pero como sigo necesitando quelar, no veo otro remedio. Por suerte levantarme cada dos horas por la noche es posible, porque retomo enseguida el sueño. Hay personas para las que sería atroz. Para mí es solo un incordio moderado. Durante el día casi que me da igual.

Quizá me atreva a afinar un poco más las cosas en rondas sucesivas, porque igual podría usar 1.5 horas en lugar de una o algo así. Pero como los dolores de cabeza son fenomenales, me da algo de miedo.

No sé si sería posible considerar que este cambio es incluso positivo: podría ocurrir que según vaya funcionando mejor el metabolismo, estas cosas ocurran. Pero realmente no sé qué pasa ni por qué.

Por contar alguna cosa positiva: la última infección (de cualquier tipo, incluyendo catarros y gripes) fue un resfriado el verano pasado. Es el primer invierno que recuerdo en el que no he pillado ningún bicho. La cabeza me funciona muy bien, me lo paso estupendamente programando y estudiando y doy largos paseos. Así que de nada me quejo.

Ánimo a todos.