Quizá debería aprovechar ahora que tengo alguna fuerza para contar de qué va esto.
Mi padre era alquimista aficionado. Un hombre curioso, al que le gustaban muchas cosas. Un manitas que reparaba radios como los ángeles en su taller en la pequeña tienda. Un buen jugador de ajedrez.
En tanto que alquimista, buscaba transformar plomo en oro y la piedra filosofal, que daba la eterna juventud. En la tienda montó un taller donde guardaba sus hornillos y matraces.
Sobre todo recuerdo dos inmensos matraces, uno encima de otro formando un gran reloj de arena. La juntura estaba sellada y dentro se veía el típico color metálico del mercurio, tan bonito.
Me enseñaba cómo avanzaba el proceso, los fascinantes cambios de color que ocurrían. A veces me hacía escupir en un cacharro porque necesitaba saliva para sus experimentos. ¡No es agradable llenar un cacharro de saliva porque enseguida huele muy mal!
Yo, desde la infancia, pasaba muchas horas en la tienda y en el taller. También le ayudaba a arreglar algunos cacharros. A veces hubo sospechosos escapes y empezaban a crecer pequeños hilos metálicos de las tapas de las ollas a presión que arreglábamos.
Más tarde se jubiló. Se llevó el taller a casa, a la terraza cerrada del dormitorio y siguió allí sus experimentos hasta el final de sus días.
Murió sufriendo mucho. Paso sus últimos 15 años muy mal. Quizá fueron 20. Estaba agotado. Comenzó a tener problemas cardíacos. No tenía fuerzas. Finalmente murió con hepatitis C, cirrosis hepática y cáncer de hígado, además de un corazón hecho polvo.
Claro que el virus de la hepatitis C no sabemos de dónde salió. En principio no de los matraces. Yo pensé siempre que la causa más probable de sus males era el virus. Ahora dudo. ¿No sería que pilló el virus por un sistema inmunitario tremendamente debilitado?
Yo empecé a sentir cansancio muy joven. Desde los 13/14 años, recuerdo estar sentado en el sofá y sentir que no tenía fuerzas para moverme. Me parecía normal porque no había vivido otra cosa. Eran temporadas de terrible cansancio que después desaparecían.
Más tarde comenzaron los primeros problemas de niebla mental. Al principio fueron muy esporádicos. Recuerdo darme cuenta, hacia los 16/17 años, de que había días en los que no conseguía hablar con fluidez.
Bastante por hoy. Otro día más.
La idea es ir contando qué tal me va tratando de seguir el protocolo de desintoxicación de mercurio de Andrew H. Cutler. Este blog no pretende dar consejos médicos: yo no lo soy y probablemente me equivoque en muchos aspectos. Por cierto, si ves que lo hago, agradeceré que me lo digas y por qué. La información que aquí se da podría incluso estar en contradicción con el propio protocolo de Cutler, por ejemplo por haberla entendido yo mal, así que mucho ojo.
Los libros de Cutler
Para entender de qué va todo esto las referencias principales son dos libros de Andrew H. Cutler. Son fundamentales, sobre todo el primero:
Amalgam Illness: Diagnosis and Treatment
Hair Test Interpretation.
Amalgam Illness: Diagnosis and Treatment
Hair Test Interpretation.
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